El andamiaje de edificios aparece como metáfora de la ciudad contemplada desde el pueblo que ya no es. Algunas torres se envuelven en fuego, otras se alzan incólumes y parecen dominar desde su ostentación. El maderamen de una barca precaria intenta huir, escapar, pero encalla entre las torres de la ciudad y también se incendia. El de Almada es un mundo cerrado, opresivo. En él se entremezclan las utopías juveniles y la callosidad de la primera adultez.

Federico Falco

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